La matanza de tres kurdos en París coincide con un auge de la criminalidad racista en Francia.

ABC/Juan Pedro  Quiñonero- Según el Ministerio de Justicia, 6.740 delincuentes o criminales racistas cometieron 7.759 delitos racistas en 2020.

El asesinato de tres personalidades influyentes de la comunidad kurda, en el corazón de París, coincide con un incremento llamativo de los delitos y crímenes racistas.

Según el ministerio de Justicia, 6.740 delincuentes o criminales racistas cometieron 7.759 delitos racistas en 2020. Un incremento del 5 por ciento respecto a 2019. «Todavía no se conocen oficialmente las cifras oficiales del 2021, pero todos los indicadores sugieren otro aumento importante de ese tipo de delitos», comenta a ABC una fuente del Ministerio de Justicia.

Durante 2020, los «atentados contra las personas» aumentaron un 8 por ciento; los delitos de «injurias, difamación e incitación al odio» aumentaron un 4 por ciento. «Se sospecha con fundamento que son muy superiores: una gran mayoría de las víctimas, africanos o magrebíes, en su gran mayoría, tienen miedo a presentar denuncias», me comenta la misma fuente oficial.

Según el Comité para la eliminación de la discriminación racial (CEDR) de la ONU, «las prácticas policiales y judiciales más comunes, en Francia, contribuyen a la impunidad policial y judicial del racismo».

Desde esa perspectiva, nacional e internacional, el asesinato de tres personalidades kurdas, a la puerta del Centro cultural kurdo Ahmet Kaya, en un barrio muy multicultural, en vísperas de Nochebuena, el viernes pasado, tiene algo de bisagra histórica.

Disparos por odio

Durante los últimos cincuenta años, Francia ha sido víctima de numerosos atentados antisemitas, de numerosos atentados terroristas protagonizados, masivamente, por criminales islamistas.

Durante el último quinquenio, está bien contabilizado el incremento llamativo de los delitos y crímenes racistas. La matanza del viernes pasado tiene algo inédito. El criminal autor de los asesinatos, a sangre fría, confesó personalmente a la policía judicial, su motivación homicida, en el corazón de París, declarando, según un portavoz oficial del ministerio del Interior: «William M., de 69 años, ferroviario jubilado, ha confesado haber disparado por odio hacia los extranjeros, reconociendo que había sentido ganas de asesinar inmigrantes y extranjeros, desde hace tiempo».

La personalidad de las víctimas de la matanza, Emine Kara, Mir Perwer y Abdulrahman Kizil, plantea un rosario de preguntas sin respuesta evidente

Según las fuentes policiales que instruyen el caso, antes de presentarlo a un juez de instrucción, este lunes, «el homicida comenzó por ir armado a Saint-Denis (periferia norte, muy multicultural), con el fin de matar extranjeros… Pero se dio cuenta que había demasiada gente y no tendría tiempo para volver a descargar su pistola… Descartado ese primer escenario, se dirigió al centro cultural kurdo».

Personalidades destacadas

La personalidad de las víctimas de la matanza, Emine Kara, Mir Perwer y Abdulrahman Kizil, plantea un rosario de preguntas sin respuesta evidente.

Emine Kara era una de las responsable del Movimiento de las mujeres kurdas en Francia, una organización de resistencia y combate político contra el Gobierno de Turquía. Mir Perwer era una personalidad emblemática de la diáspora kurda, cantante famoso, refugiado político, perseguido por Ankara. Abdulrahman Kizil era una personalidad muy activa en el Centro Ahmet Kaya, célebre por su voluntarismo entre la comunidad kurda parisina.

«El asesino es presentado como un loco peligroso… Pero sus víctimas y sus declaraciones parecen confirmar que su crimen también tiene una dimensión política profunda. ¿Disparó al azar? ¿Eligió a sus víctimas? Entre la familia kurda parisina, francesa y europea, el crimen tiene mucho de atentado terrorista», declara en rueda de prensa un portavoz del Centro Ahmet Kaya.