Ucrania descubre 440 tumbas y una decena de cámaras de tortura en Járkov.

El Correo.- Kiev denuncia «el terror» ruso mientras los forenses exhuman los cadáveres, algunos con disparos y las manos atadas a la espalda.

Un militar sostiene con la mano el cigarrillo. El forense le da un par de caladas rápidas y profundas. No lo toca. El médico viste un buzo blanco y un par de guantes negros manchados. Fuma con auténtica devoción para calmar los nervios y tapar el olor a putrefacción humana. Está de pie en medio de una inmensa fosa donde medio millar de cadáveres envueltos en barro denuncian una vez más la inhumanidad de la guerra en Ucrania.

El Ejército confirmó este viernes el hallazgo de 440 tumbas –algunas fuentes calculan 460– en un bosque a las afueras de Izium. En apariencia corresponden a soldados y civiles ucranianos muertos a causa de bombardeos o ejecuciones durante la ocupación rusa de la región de Járkov. Kiev conocía este sobrecogedor camposanto desde que los invasores colgaron hace meses un vídeo en el que informaban de cómo habían comenzado a enterrar cadáveres porque las autoridades locales «rehusaban» llevárselos de la morgue.

Tras la huida rusa durante la contraofensiva del pasado fin de semana, los ucranianos descubrieron las fosas en la noche del jueves. Al cementerio se llega siguiendo un camino lateral a unas decenas de metros de la carretera general de Izium. La localización tampoco parece que era desconocida para los vecinos. Bastantes tumbas están señaladas con cruces y en algunas se aprecian coronas y restos de flores. En otras solo hay un cartel con la inscripción del número de cuerpos que contienen. Los forenses las abren con palas. Escarban con cuidado para no destruir los restos. La mayoría están muy deteriorados. El bosque se los ha comido.

A diferencia de otras fosas excavadas al paso del Ejército invasor en Bucha, Jersón, Mariúpol y Chernívil, llenas de civiles asesinados de manera sumaria y arbitraria, las investigaciones apuntan a que aquí será necesario discriminar de cara al trabajo de los fiscales y sus denuncias sobre crímenes de guerra. «La mayoría, creo, murió bajo los bombardeos en marzo, cuando (los rusos) dispararon artillería contra la ciudad», dijo el jefe del departamento encargado de la búsqueda de personas desaparecidas, Oleg Kotenko. «Las tumbas que no llevan nombre son las de la gente (encontrada) en la calle. Muchos murieron de hambre. Una parte de la ciudad estaba aislada, sin suministros y no funcionaba nada».

Por minas o bombardeos

Sergei Bolvinov, investigador en jefe de la Policía, añadió que las víctimas «recibieron un disparo, otras murieron por fuego de artillería, la explosión de minas o los bombardeos». Es el caso también de los 47 cuerpos encontrados a cientos de metros de este cementerio, bajo los escombros de un edificio que se vino abajo tras la explosión de un misil. Sin embargo, los forenses ya han atisbado signos de mayor crueldad: varios cadáveres tienen las manos atadas a la espalda y un disparo en la cabeza. En otra tumba hay dos adultos y un niño. No descartan encontrar a más menores. En Izium vivían 45.000 personas antes de abrirse el infierno.

El presidente, Volodímir Zelenski, denunció el «reguero de sangre y destrucción» causado por Moscú Su asesor, Mijailo Podoliak, indicó que es probable el hallazgo de nuevos «lugares de entierros masivos» en los próximos días, según las tropas revisen la región. «Durante meses, el terror, la violencia, la tortura y los asesinatos en masa reinaron en los territorios ocupados», agregó.

Galería.

El trabajo de los forenses será determinante para conocer qué sucedió en Izium. La autopsia y la identificación de los fallecidos permitirán saber quiénes eran militares y civiles, además de revelar si murieron a causa de los combates y encuentros fortuitos con minas o fueron asesinados de manera sumaria. El fiscal general, Andriy Kostín, ha informado de la creación de 23 grupos móviles de investigadores que incluyen a fiscales, policías, zapadores, agentes de Inteligencia y forenses para certificar los casos de «torturas» que se hayan producido contra los vecinos y buscar «puestos de mando de la Federación Rusa» abandonados durante la retirada de Járkov. Este rastreo es fundamental para localizar documentos que prueben crímenes de guerra.

El futuro todavía tiene la forma de las fauces de un lobo. El jefe de la Policía Nacional, Ihor Klimenko, cree que lo más espeluznante llegará cuando se averigüe que pasó durante meses en nada menos que una decena de «cámaras de tortura» que han sido localizadas en los pueblos de Balaklia, Grakovo y Vovchansk, además de Izium, donde los rusos dirigían seis de ellas. Los interrogatorios los dirigían miembros de la Guardia Rusa, el FSB (o antigua KGB) y la Unidad Especial de Respuesta Rápida (SOBR) de la Policía. «Sabemos con certeza que hubo personas torturadas allí y ya tenemos información sobre los que murieron», dijo Klymenko.

Así, han identificado a un agricultor de 40 años que fue torturado a martillazos en Balaklia y luego colgado de una soga. También siete estudiantes de Medicina de Kúpiansk fueron detenidos en marzo y trasladados a Vovchansk. Según Klymenko, allí les arrancaron las uñas con tenazas. El mismo oficial ha informado a la prensa cómo a las mujeres se las encerraba en celdas de aislamiento en condiciones infrahumanas –«sin higiene, ocho mujeres en habitáculos de diez metros cuadrados»– y los hombres recibían descargas eléctricas. Los rusos querían conocer dónde estaban desplegadas las tropas ucranianas y si había espías en las aldeas.NEWSLETTER

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La historia de Izium es el relato sádico y retorcido de la liturgia del terror. Los invasores intentaron obligar a los niños a acudir a la escuela. Allí, profesores con el rostro pintado con los colores de la bandera rusa, hacían lo propio con los pocos escolares que iban a diario. Sin comida, los vecinos recibían periódicamente un puñado de raciones en bolsas con el logotipo ‘Rusia Unida’. Un equipo les grababa recogiéndolas con gestos agradecidos. Luego el vídeo se retransmitía en Moscú.

La Policía ha comenzado a identificar a los vecinos que trabaron amistad o ayudaron a los rusos durante la ocupación, según informó el Gobierno. Su propósito es conducirlos ante el juez por «traición» o «colaboracionismo». La violencia sigue a la orden del día. El fiscal general de la autoridad separatista de Lugansk, Sergey Gorenko, fue asesinado este viernes con una bomba en su oficina. En Berdiansk, otro atentado acabó con las vidas de un líder del Gobierno prorruso y su mujer.

«Me niego a cumplir mi misión por agotamiento físico y moral»

Dos semanas antes de la contraofensiva de Ucrania en Járkov, un grupo de mandos y soldados rusos estacionados en Izium redactaron diez cartas en las que pedían a sus superiores ser revelados de sus cargos y liberados de permanecer en el frente. Adujeron que sufrían enfermedades y crisis de «agotamiento físico y moral«. «Me niego a cumplir con mi deber en la operación especial en Ucrania por falta de días de vacaciones y agotamiento moral», escribió el comandante de una unidad de antiaéreos. Otro militar solicitaba su baja por «el empeoramiento de mi salud y no recibir la asistencia médica necesaria».

Las cartas, según ‘The Washington Post’, han sido encontradas en una casa. Todas llevan la misma fecha –30 de agosto– y parecen haber sido redactadas al unísono según un mismo guión. Los firmantes expresan también su enfado por la cancelación de permisos para casarse o asistir al nacimiento de sus hijos.

Kiev sostiene que las misivas son la prueba de la desmoralización de las tropas rusas y de las pésimas condiciones de su estancia en el frente. Un episodio que se está repitiendo en Jersón, donde varias unidades sin apenas comida ni agua han comenzado a retirarse siguiendo el curso del río Dnieper. Los soldados utilizan en su huida pequeñas embarcaciones y motocicletas robadas a la población.