Un 60% de vascos rechazaría vivir con gitanos en su barrio.

Cadena Ser.- Por primera vez, se han realizado una encuesta y un estudio específicos sobre percepciones y actitudes de la sociedad hacia las personas gitanas en Euskadi, trabajo realizado bajo el título Neurtu 2022: Percepciones y actitudes hacia las personas gitanas.

Pese a que la ciudadanía vasca tiene conciencia social sobre la situación de discriminación e insuficiente integración que sufre la población gitana en Euskadi, pervive un antigitanismo estructural, que dificulta la convivencia intercultural. Y la sociedad vasca es consciente de ello. Esta es una de las principales conclusiones que se pueden extraer de la encuesta Neurtu 2022, realizada por Ikuspegi, con el objetivo de conocer cómo respira la población vasca en materia de diversidad en sus diferentes ámbitos.

Por primera vez, se han realizado una encuesta y un estudio específicos sobre percepciones y actitudes de la sociedad hacia las personas gitanas en Euskadi, trabajo realizado bajo el título Neurtu 2022: Percepciones y actitudes hacia las personas gitanas.

En este sentido, y aprovechando la celebración del Consejo para la Promoción integral y Participación social del Pueblo Gitano en el País Vasco en Lakua, Ikuspegi ha realizado la presentación pública del informe. Precisamente, las entidades que integran ese Consejo han sido parte activa en la elaboración de este trabajo de investigación.

Beatriz Artolazabal, consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales del Gobierno Vasco, ha resaltado durante su intervención que “la sociedad vasca es consciente de la situación de discriminación e insuficiente integración que sufre la población gitana” y que “gracias a esa consciencia, sabemos que conseguiremos frenar este y otros tipos de discriminación”.

“La lucha contra el antigitanismo”, ha dicho, “no es solo una cuestión gitana, es una deuda social que nos atañe a todas y todos, a las instituciones, a los colectivos que representan al Pueblo gitano, y al resto de individuos que conformamos nuestra sociedad”.

Pese a la “dura fotografía” que muestra el barómetro, Artolazabal estima que la percepción de discriminación que comparte el conjunto de la ciudadanía con el pueblo gitano vasco sirve para reforzar, “con evidencias científicas”, el trabajo que se viene realizando con los colectivos que representan a las personas gitanas en Euskadi, así como las medidas puestas en marcha a través de la Estrategia Vasca con el Pueblo Gitano 2022-2026, aprobada el año pasado.

Además, la consejera estima necesario un Pacto Social contra el Antigitanismo. Precisamente, el departamento que dirige se ha comprometido a iniciar en este 2023 la elaboración de dicho proyecto, así como a dar comienzo a la elaboración del Anteproyecto de la Ley de Igualdad de Trato y No Discriminación, que tendrá en el antigitanismo, uno de sus ejes.

Por su parte, Gorka Moreno, vicerrector del Campus de Bizkaia de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV/EHU), ha resaltado que “la investigación que se presenta hoy es un buen punto de partida para conocer mejor las actitudes hacia la población gitana”.

A juicio de Moreno, “son escasas y limitadas las investigaciones en este campo, por lo que trabajos como este son imprescindibles para hacer frente a situaciones de discriminación y poder fomentar la igualdad de trato en nuestra sociedad”.

Desigualdades y prejuicios

Tal y como ha explicado Julia Shershneva, directora de Ikuspegi, la mayoría de la población se declara abierta hacia la diversidad en general, al tiempo que reconoce la existencia de realidades discriminatorias en Euskadi y manifiesta una actitud de rechazo frente a las mismas. Sin embargo, estas tendencias generales positivas se vuelven algo más comedidas en relación con algunos grupos, entre los que destacan las personas gitanas, las musulmanas y las de origen extranjero, sobre todo en lo que se refiere a los espacios de relación íntimos.

Respecto a las actitudes y creencias acerca de las personas gitanas, en general, la sociedad reconoce y denuncia mayoritariamente la existencia de discriminación hacia la población gitana en diferentes dimensiones, al tiempo que mantiene posturas ambivalentes en cuanto a diferentes creencias e ideas estereotipadas, así como expresa menor comodidad en los ámbitos de relación y convivencia más íntimos y cercanos.

En torno al ámbito residencial, por ejemplo, destaca que son menos del 40% quienes declaran que aceptarían vivir en el mismo barrio o bloque en el que vivan muchas personas gitanas, mientras que otro 40,9% intentaría evitarlo y el 15,3% rechazaría este supuesto de relación. Además, algo más de cuatro de cada diez personas reconocen que evitarían alquilar o no alquilarían su vivienda a una persona gitana.

En el laboral, casi tres de cada diez personas declaran que, si tuvieran que contratar a alguien, a igualdad de formación y experiencia, evitarían contratar o no contratarían a una persona gitana.

En cuanto a supuestos de convivencia e interacción, la gran mayoría, más de nueve de cada diez personas encuestadas, manifiesta no tener problema en cuanto a relacionarse con personas gitanas en el contexto laboral y educativo, ocupen estas un rol superior (de dirección) o igual (compañera o compañero de trabajo o estudios). Este grado de aceptación de convivencia baja significativamente, sin embargo, ante la opción de elegir para sus hijas e hijos un centro escolar en el que estudien muchos menores de etnia gitana, supuesto de relación que intentarían evitar o rechazarían casi cuatro de cada diez personas encuestadas.

En relación con la discriminación indirecta vivida, más del 40% de la población declara haber sido testigo de comentarios negativos o rumores sobre alguna persona gitana, mientras que más del 34% dice haber presenciado burlas, bromas, chistes, imitaciones o similares. Es significativo que el 21,1% refiera haber presenciado insultos, el 12,5% amenazas y el 10,7% agresiones físicas.

Por último, cuando se pregunta a la sociedad por la simpatía hacia las personas gitanas, su grado de tolerancia personal y el que percibe que puede tener la sociedad en su conjunto, se observan valores medios o bajos. Así, el grado de simpatía, en una escala de 0 a 10, asciende a 5,79 puntos de media, mientras que la tolerancia personal declarada es de 6,65 puntos sobre 10 y la tolerancia atribuida a la sociedad en conjunto es de 5,3 puntos, tal y como ha indicado Julia Shershneva.

Índice sintético

Como fruto de todo este trabajo, Ikuspegi ha elaborado un índice sintético que resume la actitud y la posición del conjunto de la población hacia las personas gitanas en Euskadi. Este Índice vasco de apertura hacia la población gitana 2022 mide el grado de apertura, la actitud más o menos abierta y las posiciones más o menos tolerantes que la sociedad presenta hacia las personas gitanas. Es un índice que se mueve entre los 0 puntos (posiciones más cerradas e intolerantes) y los 100 puntos (posiciones más abiertas y tolerantes). La puntuación obtenida este primer año es de 54,36 puntos. Poder cifrar este índice permitirá a Ikuspegi ver su evolución y monitorizar futuros cambios.

Cabe resaltar que Ikuspegi, con el fin de lograr una mayor rigurosidad, en el diseño de este barómetro, así como en el análisis de los resultados, ha contado con la participación de dos personas expertas en investigación acerca del Pueblo Gitano, Daniel La Parra Casado y Javier Arza, para la elaboración de este trabajo.