elDiario.es – Mirela Stoian, de origen rumano, fue detenida el pasado 17 de agosto en Almuñécar (Granada) y enviada a prisión después de que sus datos coincidieran con los de una prófuga de la justicia a la que reclamaban en Palma de Mallorca
Mirela Stoian lleva 20 años viviendo en España, pero el pasado 17 de agosto se sintió una extraña en su propia ciudad. Aquel día denunció ante la Guardia Civil de Almuñécar (Granada) el robo de su moto, pero la que acabó detenida y en prisión fue ella misma. El motivo es que le habían confundido con una prófuga de la justicia con la que comparte nombre, pero no datos personales ni físico. Sin embargo, como no hubo una comprobación exhaustiva, Mirela acabó entre rejas durante casi una semana siendo inocente y la víctima y su abogada creen que hubo “racismo” y “xenofobia” en la actuación judicial.
Mientras la justicia se excusa alegando que se trató de un error, la afectada y su letrada piden que le compensen por vivir encarcelada durante seis días sin haber hecho nada. Gracias a la insistencia de su abogada, Mercedes Fernández, la mujer, de origen rumano, pudo librarse de una situación que no habría imaginado nunca. Porque lo ocurrido aquel 17 de agosto va a ser difícil que Mirela Stoian, de 38 años y origen rumano, pueda olvidarlo.
Cuando esta vecina de Almuñécar, que trabaja de cocinera, acudió al cuartel de la Guardia Civil del municipio para denunciar el robo de su moto, jamás podía pensar que sería ella la que acabaría detenida y que ingresaría en prisión ese mismo día. Aquel 17 de agosto, Mirela fue víctima de un error judicial que se gestó desde las Islas Baleares. En el Juzgado de lo Penal 8 de Palma de Mallorca pesaba una orden de busca y captura contra Mirela Stoian, que no era la misma Mirela que había acudido a denunciar un robo, sino una prófuga de la justicia que había aprovechado un permiso de la cárcel para no volver.
El problema es que los datos personales de la vecina de Almuñécar eran los que constaban en el auto por el que debía ser detenida inmediatamente si se daba con su paradero. Su letrada, Mercedes Fernández, cuenta que Mirela se quedó “en shock” al ser detenida. “En el juzgado de Almuñécar se limitaron a dar cumplimiento a una requisitoria procesal de Palma de Mallorca, Almuñécar no tenía el expediente. Ante mi insistencia, se hicieron llamadas porque nosotros dijimos que no había hecho nada mi clienta. En ese auto se hacían constar los datos de Mirela, incluidos los nombres de sus padres y coincidían con la enjuiciada que sí tenía que haber ido a prisión”.
Datos erróneos
En un primer momento la confusión fue total. La víctima de este encarcelamiento erróneo insistía en que ella no había hecho nada y que era inocente, pero nadie le creía. “Hubo compañeros abogados que me dijeron que me estaba mintiendo, pero yo sí confiaba en su palabra”, dice la abogada de Mirela. Fruto de la tenacidad de la letrada, pudo comprobar que había otra Mirela Stoian sobre la que pesaba una orden de busca y captura que no era su representada, ya que el auto estaba firmado en Palma de Mallorca y había otro abogado personado en esa causa.
En ese momento, Mercedes Fernández trató de localizar al letrado que podía dar con la clave de lo que estaba ocurriendo. “Hice mil llamadas, pero era verano y el compañero estaba de vacaciones. Por fortuna, me llamó de vuelta y él me confirmó que se estaban equivocando al detener a su clienta”. De esa forma, ambos cotejaron los diferentes autos y escritos para intentar determinar dónde podía estar el error. Sobre todo porque en lo más evidente la diferencia entre las dos mujeres, aunque ambas se llaman Mirela Stoian, era notable. Físicamente son incompatibles: una es rubia y delgada y la otra es morena y tiene sobrepeso.
A pesar de todo y de que habían pedido de diferentes formas que liberasen a la vecina de Almuñécar porque incluso el abogado de la auténtica prófuga había señalado el error, Mirela Stoian acabó encarcelada en la prisión de Albolote (Granada). El juzgado y la Guardia Civil hicieron caso omiso a las peticiones porque se limitaron a cumplir con la requisitoria que solicitaban desde Palma de Mallorca. Con lo que no contaban era con que los abogados descubrieran que el error se había producido en el encabezado del auto de busca y captura. En él constaban los datos de la detenida de forma irregular, pero estos no casaban con los del resto del escrito que sí correspondían a la verdadera fugitiva.
Por ello, Mercedes Fernández visitó a su clienta en la cárcel y le recomendó que hablara con el director de la misma para explicarle lo que estaba sucediendo. Este le creyó y redactó un informe para entregárselo al juzgado con el fin de que liberasen a la mujer, pero la respuesta fue muy dura. “Nos dijeron que darían traslado al documento, pero eso implicaba que habría que esperar bastantes días, teniendo en cuenta que era agosto y el personal estaba de vacaciones. Mirela no podía seguir ni un minuto más en la cárcel”.
Así, como si se tratara da una película, la abogada de la víctima pensó en viajar hasta Palma de Mallorca para presentar personalmente la documentación, pero antes remitió dos escritos tanto ante el tribunal de Almuñécar como el de la capital de Baleares: “Le decía a la jueza de Mallorca que solo tenía que sentarse cinco minutos en su despacho para darse cuenta que lo que estaba diciendo era verdad porque no se parecen en nada físicamente”. Además, se daba la circunstancia de que como la Mirela de Almuñécar no había estado previamente en prisión, no tenía el número de registro con el que cuentan todos los reos y que sí tenía la Mirela prófuga de la justicia. Otro error que pasó desapercibido.
Sospechas de “racismo”
Por fortuna, la jueza recibió el escrito de la abogada y se percató del error. “Me llamó y me pidió perdón, solicitando que se obrase de urgencia para dejar a Mirela en libertad”, explica la letrada defensora. Sin embargo, para ese momento su representada ya había pasado seis días en la cárcel sin haber hecho nada. Motivo por el que han interpuesto una declaración patrimonial previa a la vía judicial ante el Ministerio de Justicia para que le otorguen una compensación por los daños morales sufridos. Han de esperar seis meses para saber el resultado antes de recurrir al camino jurídico.
No obstante, en todo este caso flota una sensación de que se ha cometido un acto de “racismo” y “xenofobia” contra Mirela. Así lo ve la propia víctima. De hecho, su abogada cuenta que la madre de Mirela, que no sabe hablar español, acudió al cuartel de la Guardia Civil a pedir explicaciones estando alterada y que los agentes llegaron a decir que no la habían detenido también “porque habían tenido miramientos”.
“A mí me han tratado muy mal y aunque es verdad que había datos míos, nunca me creyeron”, dice Mirela. “Esto le pasa a otra persona y a lo mejor el trato es diferente”. Recuerda que su encarcelamiento fue “horrible” porque no se esperaba “nada” y no se lo podía creer. “Llevo 20 años en España y trabajo como cocinera, pero siento que en el cuartel de la Guardia Civil sí hubo algo de racismo. El trato fue horrible y llegué a escuchar frases como que alguien tenía que pagar por esto”. Reconoce que tiene miedo de decir algo que le pueda perjudicar en el proceso que ha iniciado para pedir una compensación.
“Hubo varios agentes que se portaron estupendamente conmigo”. Además, desde que su caso ha salido a la luz ha sentido el cariño de su pueblo y de la gente que se acerca a ella. Pero va a ser muy difícil que olvide los días que pasó entre rejas siendo plenamente consciente de que estaba allí por error. “En la cárcel te puede pasar de todo”, cuenta Mirela Stoian, una mujer libre, pero que guarda una cicatriz en su recuerdo que tardará en cicatrizar. Además tuvo que aguantar cómo, tras enseñar el papel con su libertad, le amenazaron con que se callase si no quería que le abriesen un expediente. Ahora, solo le queda esperar a que la justicia sea justa con ella.