El odio y la Intolerancia tienen profundas y poderosas raíces en Europa que la indiferencia y la ignorancia hacen invisibles. Esta es una de las razones para mantener viva la memoria del Holocausto, para ello y para preservar a la humanidad a salvo del horror y de la barbarie.
El 9 de noviembre de 1938 fue el primer paso hacia el exterminio de los judíos europeos. Entre 2000 y 2500 muertes están directa o indirectamente ligadas con el pogromo conocido como “La Noche de los Cristales Rotos”. Más de 8000 domicilios y comercios de familias judías fueron saqueados en varias ciudades alemanas. Las fuerzas de asalto de las SA, junto con ciudadanos anónimos destrozaron sus edificios, convirtiendo las calles en un mar de cristales destrozados. Muchos ciudadanos judíos fueron bateados hasta la muerte, 30 mil personas fueron deportadas a campos de concentración, 1668 sinagogas fueron completamente destrozadas y otras 267 calcinadas por las llamas de los incendios provocados.
El Holocausto marca la más oscura hora de la historia de Europa. Supone la muerte como industria, no solo la destrucción de la vida humana, sino la esencia de la humanidad, con una barbarie difícil de contemplar.
Recientes acontecimientos en la historia de Europa deberían hacernos comprender y recordar por encima de todo que el Holocausto no empezó con un campo de concentración. Comenzó con un ladrillo arrojado contra la ventana de una familia judía, la profanación de una sinagoga, un grito de odio en las calles, y el silencio y la indiferencia de la mayoría de la población.