Los gays, la última obsesión de los yihadistas en España: «Ojalá les salgan gusanos en la tripa».

El Periódico.- El asesino de Algeciras y el detenido en Girona compartían su fijación por los homosexuales: «Todos los que viven aquí pertenecen a la nación de Lot», escribió uno de ellos en alusión a Sodoma y Gomorra.

Uno llevaba más de dos años preparándose para matar en España; otro se convenció y lo hizo en apenas un mes. Uno vivía en Girona y otro en Algeciras. Uno tenía pareja y otro no. No se conocían, pero los dos últimos yihadistas detenidos por la Policía Nacional tienen en común una obsesión con los homosexuales y los grupos LGTBI.

Los dos, el que mató en Algeciras y el que iba a hacerlo en Cataluña o Benidorm, manifestaron expresamente su odio hacia los homosexuales como símbolo de una sociedad pecadora, según el análisis de sus mensajes y teléfonos que ha conocido CASO ABIERTO, el canal de investigación y sucesos de Prensa Ibérica. «Ojalá les salgan gusanos en la tripa», dijo Yassine Kanjaa, el asesino del sacerdote de Algeciras.

«Todos los que viven aquí pertenecen a la nación de Lot«, añadía el yihadista en otro de sus mensajes. Kanjaa se radicalizó en apenas un mes. Comenzó escuchando audios del Corán.

En la versión del libro sagrado para los musulmanes, como en la Biblia, el episodio de Lot que este terrorista mencionaba alude a Sodoma y Gomorra, las ciudades del pecado que merecen ser destruidas por los vicios de sus habitantes. En el Corán, Lot es enviado allí para advertir a los sodomitas de que han pecado por su homosexualidad y serán castigados. Alá, como Dios en la Biblia, acaba destruyendo la ciudad.

«MUERTE A LOS CRISTIANOS»

En Algeciras, el 25 de enero, Kanjaa, al grito de «muerte a los cristianos», mató a un sacerdote e hirió a cuatro personas más antes de ser detenido. Al día siguiente del ataque de Algeciras, policías y guardias civiles detuvieron en Girona a Fath Allah Benhachem, un hombre nacido en Marruecos y con nacionalidad española, de 27 años. Fuentes de la investigación subrayan la «obsesión» que Benhachem, como el criminal de Algeciras, dejaba ver, y escuchar por castigar a «un sector concreto de la población«, en alusión a los homosexuales y grupos LGTBI.

Momento de la detención de Fath Allah Benhachem en Girona. /

No es la primera vez que las fuerzas de seguridad detectan que los homosexuales pueden ser un objetivo de los yihadistas en España. El 12 de agosto de 2017, cinco días antes del atentado en Las Ramblas de Barcelona, los integrantes de la célula buscaron en google: «discotecas gay Sitges» y «discotecas gay Sitges la más grande». En su informe sobre los atentados, los mossos d’Esquadra advirtieron que esos objetivos homófobos estarían «plenamente en la línea de las directrices del grupo terrorista Estado Islámico».

De hecho, DAESH lapidó a varios homosexuales en Siria, el primero el 25 de noviembre de 2014. El 12 de junio de 2016, un yihadista entró en la discoteca Pulse, en Orlando (Estados Unidos), muy popular entre la comunidad LGTBI de la zona. Abrió fuego con un arma de asalto y mató a 49 personas.

Los dos yihadistas detenidos en España el mes pasado no se conocían ni habían tenido contacto alguno. Además de su voluntad de matar, tienen en común ese odio hacia la sociedad occidental, a la que consideran «haram» (impura o pecadora), simbolizado en lo que ellos consideran permisividad hacia la homosexualidad. Los dos son jóvenes, los dos nacieron en Marruecos, pero su biografía ha sido muy diferente.

El yihadista de Girona llegó siendo niño, consiguió la nacionalidad y tenía una novia, una mujer del Este de Europa; el de Algeciras cruzó el Estrecho en una lancha

Benhachem, el yihadista de Girona, llegó a España siendo un niño, con su familia, y obtuvo la nacionalidad. Consumidor habitual de hachís, Benhachem tenía una pareja estable con la que vivía, una mujer del Este de Europa, bastantes años mayor que él. La mujer, con trabajo estable, aún le defiende, a pesar de que los investigadores comprobaron mientras le vigilaban que se trataba de una relación «tóxica» con características de ser «una violencia de género de libro».

Tuvo algún trabajo esporádico en una empresa aérea y desde hace más de dos años empezó a radicalizarse en el islam violento. «Fue una radicalización de años. Su vida diaria era levantarse, comprar drogas, consumirlas y ver material yihadista por internet», subrayan fuentes de la investigación. Allí consultaba, especialmente, modos de matar. De hecho, horas antes de ser detenido estuvo visionando de forma compulsiva vídeos sobre como apuñalar, cometer atentados con apuñalamientos, cómo la policía evita atentados…

AMETRALLAR BAÑISTAS

En una de las conversaciones, Benhachem apunta su intención de ametrallar a un grupo de bañistas en las playas de Benidorm. Pero se muestra obsesionado especialmente con «un grupo de población», los homosexuales. En su teléfono móvil tenía descargado un manual para fabricar en casa TATP, el explosivo que los yihadistas llaman la madre de Satán y que fue el que estalló a los terroristas que cometieron los atentados en las Ramblas y Cambrils en 2017.

El asesino de Algeciras, Yassine Kanjaa, no estaba bajo el radar de los servicios de información. Hasta apenas 40 días antes de matar, Kanjaa seguía con su vida haram, de pecado. «Hay un momento en su vida que decide dejar esa vida y pasar a la vida halal, pura. Adopta la doctrina islámica. No hemos detectado ningún hecho puntual ni en su vida personal ni en la de su familia que desencadene ese cambio», subrayan fuentes de la investigación a CASO ABIERTO.

Kanjaa intentó dos veces llegar a España siendo ya adulto. La primera, en una moto, fue detenido en Gibraltar y devuelto a su país. La segunda, la definitiva, utilizó una lancha neumática para llegar a las costas de Algeciras. Tanto en Marruecos como en España estaba vinculado al trapicheo de hachís, sin ningún contacto islamista conocido.

LOS HIGHLIGHTS DEL YIHADISTA

A diferencia del yihadista de Girona, en su caso todo fue muy rápido. Empezó a escuchar audios del Corán y a hablar del «fin del mundo», que aseguraba que estaba cerca. Comenzó a frecuentar mezquitas próximas a su casa, donde no llamó la atención. Dejó de fumar, de beber y de tomar drogas. En las últimas semanas prohibía la entrada en la casa okupa donde vivía a los compañeros que hubieran fumado o bebido. Consumía los discursos de predicadores radicales como Khalid al Rashid, encarcelado en Arabia Saudí y que también era muy seguido por los terroristas de Cataluña.

Con una conversión tan rápida al terrorismo, Kanjaa no cumplió con algunos rituales de los yihadistas más formados. No dejó despedida para su madre, no grabó ningún vídeo explicando su acción, no hizo un juramento de lealtad a ningún grupo islamista, no se rasuró el cuerpo antes de matar… Un experto asegura que «no tuvo suficiente formación doctrinal, se quedó solo con los highlights del yihadismo: matar y la vida eterna«. Los investigadores han detectado ya canales «oficiosos» y «discretos» donde Kanjaa ha recibido mensajes de apoyo, enaltecimiento y alegría por su crimen.

LA MENTE DEL ASESINO

Tan distintos y tan capaces de matar, los yihadistas de Girona y Algeciras comparten un último rasgo, el enigma sobre su salud mental. No son enfermos mentales, al menos no estaban diagnosticados como tales antes de ser detenidos. Benhachem, el detenido en Girona, es una persona «cuerda», aunque inestable. Kanjaa, el asesino de Algeciras, no estuvo nunca en tratamiento psiquiátrico ni en su país ni en España, según fuentes de la investigación.Noticias relacionadas

Dos peritos forenses que le han examinado una vez encarcelado recomiendan su ingreso en un psiquiátrico penitenciario a la espera de un informe definitivo sobre su estado mental. El juez Joaquín Gadea autorizó ese traslado el martes 4 de abril. Pese a esa nebulosa sobre el estado mental del asesino, el juez insiste en su último auto en que su crimen fue un acto de terrorismo.

El diario El País avanzó parte del testimonio de Kanjaa ante el juez en la Audiencia Nacional, que tuvo lugar el pasado 30 de enero. Ante el juez, el asesino de Algeciras no mostró arrepentimiento ni empatía hacia sus víctimas. Vinculó a los agredidos con «Satán» y anunció que tiene intención de «quitar de enmedio» a más gente si consigue salir en libertad.