La Vanguardia/Servimedia – La plena inclusión laboral para las mujeres con discapacidad, pese a los avances, parece una realidad lejana, ya que su tasa de actividad es del 35,3%. Esta cifra supone 37,5 puntos menos que la de las mujeres sin discapacidad (72,8%) y 42 puntos menos que la población general (77%).
Esta es la radiografía que muestran los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), correspondientes a 2021, y analizados, en declaraciones a Servimedia, por el coordinador de Odismet, Luis Enrique Quifez, con motivo de la celebración este 8 de marzo del Día Internacional de la Mujer.
En el conjunto de las personas con discapacidad, la tasa de actividad era en 2021 del 34,6%, lo que supone 0,3 puntos más que en el año anterior. Esta tasa de actividad era 43,1 puntos inferior a la de la población sin discapacidad. De esta manera, como aspecto positivo, sobresale que la brecha entre las mujeres con y sin discapacidad es más reducida que entre la población general con discapacidad y sin discapacidad.
Además, a diferencia de lo que ocurre en la población general, las mujeres con discapacidad tienen más presencia activa en el mercado laboral que los hombres (35,3%, frente a 34,2%). En la población sin discapacidad la tasa de actividad masculina superó a la femenina en casi 10 puntos (82,6% frente a 72,8%).
Mientras, la tasa de empleo de los hombres con discapacidad fue 0,5 puntos inferior a la de las mujeres. En cambio, entre la población sin discapacidad la tasa de empleo masculina superó a la femenina en 11,3 puntos. Sin embargo, la tasa de paro de las mujeres con discapacidad fue superior a la de los hombres en un punto. Para las mujeres sin discapacidad fue mayor en 3,8 puntos.
Con respecto a los salarios, dentro del colectivo de la discapacidad la brecha de género es menor que entre quienes no tienen discapacidad. Así, en 2020, el salario de las mujeres con discapacidad fue de 19.237,4 euros de media por trabajadora, mientras que para los hombres fue de 21.995,9. El salario de las mujeres fue, por tanto, un 12,5% inferior al de los hombres, diferencia menor que en el caso de la población sin discapacidad (19%).
UN POQUITO MEJOR
Con estas cifras, el coordinador del Observatorio sobre discapacidad y mercado de trabajo en España (Odismet) explicó que “las cosas se están haciendo un poquito mejor en el caso de las personas con discapacidad para luchar contra la brecha de género que en la población general”. Con todo, pidió no lanzar las campanas al vuelo, dado que, si bien la ocupación entre las mujeres con discapacidad es “algo superior” que entre los hombres con discapacidad, “el punto de partida es tan negativo” que no cabe la “autocomplacencia”.
Además, si bien cuantitativamente la tasa de actividad y empleo es mejor para mujeres con discapacidad que para los hombres, una vez se ve cualitativamente la ocupación por sexos se observa cómo ellas están en peor situación dentro del mercado de trabajo. Así, el 20% de las personas con discapacidad ocupa puestos de baja cualificación o elementales y, de ellas, casi el 60% son mujeres, frente a poco más del 40% en el caso de los hombres.
En el lado opuesto de la pirámide, solo el 3,5% de personas con discapacidad ocupaba puestos de dirección o gerencia. El dato es del 3,8% para los hombres y del 3,3% para las mujeres.
“Queda bastante por hacer. Hay que romper esos techos de cristal que llevan a que todavía se contrate poco a personas con discapacidad, incluidas las mujeres, y que, cuando se hace, parezca que estén predestinadas a no ocupar puestos superiores”, apuntó Quifez, que aclaró que la clave pasa, entre otras cosas, por seguir “sensibilizando al tejido productivo”.
MEJOR FORMACIÓN
Según los datos disponibles, pese a que las mujeres con discapacidad ocupan puestos de trabajo de menor cualificación, su formación es mejor que la de los hombres con discapacidad. En concreto, el 22,2% de las mujeres tiene estudios superiores, frente al 16% de los hombres con discapacidad.
Todavía son niveles inferiores a los datos de la población general, que de media se encuentra en el 38%, pero, como asegura el coordinador de Odismet, “no podemos olvidar que venimos de cifras del 13% y del 14%”.
En otro orden de cosas, tanto en hombres como en mujeres, el tipo de discapacidad hace que la incorporación al mercado laboral sea muy diferente. Los mejores datos, por encima del 30%, son para las personas con discapacidad relacionadas con la movilidad y con la audición, seguidas de las personas con discapacidad visual. De su lado, las menores tasas de inserción laboral son para las personas con discapacidad psicosocial e intelectual, lo que en parte, según Quifez, está relacionado con los prejuicios y estereotipos que siguen estando latente en el mundo empresarial.
Dichas creencias erróneas no solo afectan al tipo de discapacidad, sino al colectivo en general. Así, este experto pone como ejemplo que muchas empresas piensan que contratar a una persona con discapacidad les supondrá un coste elevado por adaptación del puesto de trabajo o que un empleado con discapacidad tendrá un mayor absentismo laboral. Y ello, pese a que la realidad demuestra lo contrario.
“Las cifras de absentismo son muy similares y están en la misma línea entre las personas con y sin discapacidad”, apuntaló Quifez, que también subrayó que el adaptar un puesto de trabajo no suele ser costoso y que, además, la mayoría de personas con discapacidad activas no han necesitado esas adaptaciones. En concreto, el 67% de las mujeres no lo ha precisado.