«¿Te han gritado cosas horribles por llevar velo?», el estudio de Alicante que revela el odio al musulmán.

El Español.- Los investigadores señalan los microodios que sufren los estudiantes durante los años de su etapa educativa por su religión.

«Es una lucha constante. Toda la vida soportando comentarios negativos, actitudes de desprecio, de burla, de desconfianza». Así resume una joven musulmana la discriminación que ha vivido durante años en su paso por la educación obligatoria. Un trabajo hecho en la Universidad de Alicante revela cómo han vivido un grupo de alumnos los microodios y las ganas de ser considerados igual que cualquier ciudadano y no como parte exclusivamente de un colectivo.

María Jiménez, Diana Jareño y Pablo de Gracia son los tres profesores que han dirigido este trabajo, el primero con este enfoque llevado a cabo en España. Con él esperan que pueda servir de referencia para trabajos similares en otros puntos del país.

En él han reunido testimonios de hijos e hijas de familias inmigrantes, la mayoría de ellos nacidos en España, en los que afirman haber sufrido o presenciado episodios discriminatorios durante su experiencia educativa. Y estos casos directamente relacionados con el hecho de su religión, ser musulmán.

Los prejuicios, aunque no son muy frecuentes, marcan significativamente sus vidas. Estos se pueden materializar en pequeñas acciones racistas o excluyentes, en ‘microodios cotidianos’, indican los responsables de la investigación a la que ha tenido acceso Guzmán Robador de Efe.

Una joven relata que fue doloroso para ella sentirse señalada con expresiones «mi morita» durante dos cursos por una profesora: «No creo que lo hiciese con maldad, pero es muy feo», afirma.

Especialmente son las jóvenes en este trabajo quienes perciben más síntomas de intolerancia religiosa: «(…) ¿te han tirado cubos de agua cuando ibas por la calle? ¿Te han gritado cosas horribles por la calle por llevar un velo en la cabeza? A mí sí (…) voy con miedo».

Es difícil acabar con las etiquetas

Jareño incide en que la formación continuada del profesorado «debe estar encaminada» a la diversidad cultural y social. «Al darla tan superada nuestra formación humanista, a los y las docentes les falta información sobre cómo abordar ciertos temas con los que se encuentran en el aula», expone esta profesora, para quien las instituciones educativas pueden desempeñar un papel tendente a «acabar con las etiquetas».

Desde un punto de vista general, De Gracia opina que «desprenderse de etiquetas, por mucho que queramos, es difícil porque acostumbramos a definir la realidad a través de ellas». Y remarca que «lo que quieren» los estudiantes cuyas experiencias en el ámbito educativo han sido plasmadas en el trabajo de la UA es ser «unos ciudadanos y ciudadanas más y no ser integrados como musulmanes en la sociedad española».

Los estudiantes que han participado en este estudio manifiestan que hay aspectos positivos y negativos en torno a sus vivencias en el mundo de la educación. También hay consenso sobre la idea de que es en la etapa postobligatoria donde persiste una mayor concienciación de lo que la escolarización está suponiendo en sus propias trayectorias vitales: les proporciona autonomía y les dota de herramientas para su posterior inserción sociolaboral.

Los comentarios de profesores

Estos jóvenes sostienen que la educación postobligatoria les «amplía la mirada», les ayuda a «tomar conciencia del mundo» que les «rodea» y les enseña «a pensar a lo grande». Y ello implica, dicen, cuestionar su propia manera «de pensar y de creer».

Los autores de esta investigación consideran «preocupante» que la mayor parte de los universitarios que han participado en él aseguren haber sido objeto de comentarios discriminatorios por su origen musulmán por alguno de sus profesores a lo largo de toda su trayectoria escolar.

«Esta actitud del profesorado no es mayoritaria; ni muchísimo menos», pero denota, cuando se produce, «desconocimiento e ignorancia hacia la realidad cultural y religiosa de estos alumnos. Es lo que se denomina déficit de competencias interculturales y muchas veces esa actitud de mirar una realidad determinada como algo extraño a lo propio se hace inconscientemente y sin maldad», aunque es «preocupante» porque puede contribuir a generar prejuicios o a legitimarlos, cuando ya existen, ante el resto de los estudiantes, indica Jiménez.

Historia de las religiones

Por otra parte, los discursos de los estudiantes apuntan de forma unánime a que la religión es una cuestión privada de los individuos y se pronuncian a favor de incluir en la enseñanza la materia de la historia de las religiones, al entender que les permitirá tener información lo más objetiva posible de todas ellas desde una perspectiva sociohistórica, de forma que todos los jóvenes, independientemente de su origen, conozcan mejor a los demás teniendo en cuenta la gran diversidad cultural y religiosa que existe en nuestra sociedad.

Este estudio, según sus autores, plantea una cuestión de interés general: cómo la democracia española asume el pluralismo cultural y religioso como algo que la constituye. Y éste es un gran reto en toda Europa y en el mundo actual, sostienen.